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El arte de la mentira

Alberto Vila
Alberto Vila
Analista político, experto en comunicación institucional y economista
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análisis

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El gobierno o se equivoca… o miente. Lo que no es de recibo es que prosiga impávido como si los hechos no hubiesen ocurrido. Me refiero a “todos” los hechos que se han acumulado en la piel de esta triste España. Mariano Rajoy o miente o como dirigente máximo de un partido, del que cobró sobresueldos de seis cifras, ha sido un gestor incompetente. Según el juez Ruz dijo en su día, el total del dinero pagado en fondos opacos por las reformas de la sede nacional se eleva a 1,71 millones de euros. Pero el jefe de gobierno habla como si el tema no tuviese nada que ver con él. Inclusive asistió como testigo afirmando cosas que con sus mismas palabras dejó en evidencia años atrás. Proceso por “organización criminal”?

El magistrado emitió, aquel viernes 24 de octubre de 2014, un auto en el que dejó claro que el PP pagó en 2006 con dinero negro 750.095 euros por las obras de reforma y acondicionamiento de la planta baja de su sede central en la calle Génova 13 de Madrid. Esta cantidad, se suma a los 960.347 euros abonados en dinero ilegal desde 2008 al estudio de arquitectura Unifica. Empresa del interiorista Gonzalo Urquijo por la remodelación de las plantas segunda, tercera, cuarta y quinta del inmueble. Estas ya se conocían en el sumario. Sé fuerte Mariano. La gestión en B parece estar probada. De un modo hasta pintoresco, Rajoy se siente satisfecho con su paquete de regeneración democrática. Hasta allí ha arrastrado al líder de diseño que representa a la oposición. El Ciudadanos de Albert Rivera cumple su cometido. Como en el caso del Master o en los innumerables otros casos de corrupción detectada.

El mercado de la energía. Controlado por oligopolios. Promovidos por los sucesivos gobiernos del PP y del PSOE. Es un caso de opacidad y exclusión de la acción fiscalizadora a la que debe ser sometido un monopolio legal como lo son la mayoría de ellas. Las puertas giratorias convalidan las presunciones de la mayoría de analistas energéticos. Las argumentaciones ofrecidas por las empresas del oligopolio están viciadas por la sospecha: fueron avaladas por todos los ministros de la democracia. ¿Negligencia o mentira?

En alguna medida, un gobierno tan dominado por la religión, probablemente se sienta cómodo en aplicar la mentira religiosa al campo de la política. Para estos, la Verdad está en la fe. Aunque los hechos la contradigan. Campos de golf con vistas a la valla. La creencia profunda “en creer lo que no se ve”, es la esencia de la mentira política. Los gobiernos dogmáticos. También los totalitarios. Hacen un uso abusivo de ella. No se inmutan al desmentir lo evidente. Confían en que las personas persistan en su hábito arraigado. Creen en lo que no ven. Pero no importa. Cotino se dedicó a su huerta. Los familiares de las víctimas del metro de Valencia a reclamar justicia. Así fue en el caso de las investigaciones del accidente del Alvia. Las víctimas aguardan recuperar el respeto que merecen. En tanto, Catalá, Pastor y Blanco irán al Congreso a repetir su ignorancia para eximir responsabilidades. Será, lo vaticino proseguir con el arte de la mentira. Sabido es reconocer que resulta tan complicado lograr la creencia en una verdad contrastable. Como simple es conseguir que la mentira política se adhiera en la piel de una sociedad.

El resultado de las elecciones que llevaron al Mariano Rajoy a la Moncloa tuvo su recorrido en el egoísmo oportunista de la mayoría de sus votantes. Además de la desilusión de los que desertaron a la hora de votar. No había muchas alternativas en esa ocasión, es cierto. Al Relato Oficial le vienen dando buenos réditos los estudios demoscópicos. Ciudadanos lo sabe. La gente prefiere más las mentiras que verdades incómodas. Sus votantes no reconocerán fácilmente que se han equivocado. Qué buena parte de las penurias que sufren se derivan de aquel voto. Repetirán papeleta. Los estrategas del arte de la mentira lo conocen. La gente es egoísta. Pese a que en estas épocas se hayan rescatado valores humanos esenciales como la solidaridad. Las personas tienden a comprar, como si de timadores se tratase, unas promesas con la íntima convicción de que la van a estafar. Y vuelven a reincidir. Sería, como esa propensión a justificar el maltrato psicológico que ponen de manifiesto muchas víctimas. Les conceden a sus victimarios una posibilidad más de redención pese al castigo recibido.

Pero, este contexto, no es exclusivo de la militancia del PP. El PSOE, a través de su actual equipo dirigente, es un caso impecable de contumacia en las creencias falaces. El viejo dilema entre libertades civiles y ausencia de libertad política. La Transición se basó en ello. Luego de Adolfo Suarez todo se facilitó. A juzgar por los trabajos de investigadores, analista y periodistas, el bipartidismo consolidó la mentira oficial. Este equilibrio se acaba de romper. Ya no son dos las marcas de referencia electoral. Un tercer competidor verdadero, pese a los ataques del poder económico y mediático desencadenado, les ha surgido. Tal situación, no advertida por los estrategas de los partidos tradicionales, incluida IU, desemboca en una premura por establecer pactos.

Las hipótesis de conflicto de la Transición se han desvanecido. Estos pactos. Que satisficieron a los protagonistas de la post transición. Están dejando a la consideración pública las costuras del “arte de mentir”. A la ciudadanía se la exime. Se merece que le mientan. Tal vez, solo como conjetura, se me ocurre pensar que esta gente merecedora de ser literalmente echada de sus cargos, no lo es, por la información de la que disponen. ¿Se le teme a Cristina Cifuentes? ¿Los Dossieres son sus salvoconductos? Rajoy, o se equivoca o nos miente. En la gestión de la corrupción sólo se parece atender a los cargos políticos o a las organizaciones implicadas en el uso del dinero oscuro. ¿Les ha complacido a los jueces la ignorancia de los corruptores? Porque haberla la hay… la ruta del dinero. Bárcenas. Granados. González. Mata. Acebes. Pujol. ¿De dónde les llegó el dinero?

En la introducción al “Arte de la Mentira Política”, de autoría probable atribuida a John Arbuthnot más que a Jonathan Swift, Jean-Jacques Courtine nos ofrece una serie de consideraciones acerca del tema. El autor condena la extravagancia de los partidos por tener entre sus filas, con el propósito de que difundan mentiras, «a los hombres más viles y a los genios más miserables». Courtine lo escribió en la segunda edición del 2009, «en el siglo XX la mentira entró en la fase de producción y del consumo masivo, es hoy día electrónica, instantánea, global; el producto de una organización racional y de una rigurosa división del trabajo. Un artículo estandarizado y uniforme es elaborado por disciplinados grupos de trabajadores». Nuestra época ha sido el siglo de oro de la mentira política, y también la del desenmascaramiento y del debate de la misma”. Nos queda el consuelo que, final de la obra, el mismo Swift, o Arbuthnot, dirá: «La verdad, aunque a veces tarde, termina prevaleciendo».

Trabajemos y confiemos en que no se cumpla su propósito.

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