En el artículo anterior veíamos lo controvertido y complejo de abordar que resultaban los conceptos de lenguaje propio, o sentimientos de identidad propios, como argumentos para un supuesto derecho de autodeterminación. Hay más problemas, que acometeremos a continuación, y haremos una propuesta de carácter tremendista para acabar de una vez con el problema que nos ocupa. Pongamos a trabajar la máquina de razonar.

Otro de los argumentos esgrimidos en favor de la independencia es que el sentimiento independentista ha existido siempre, e incluso ha llegado a ponerse de manifiesto con la segregación misma. En realidad, no es cierto. España no se constituyó como estado moderno hasta la Guerra de Sucesión, cuando Cataluña terminó de perder sus fueros en 1714, al instaurar Felipe V un estado centralista. Dichos fueros eran una reliquia de la época medieval, sancionados por Felipe IV en la Paz de los Pirineos, antes de que España se constituyera como estado, y más que un signo de distinción, constituían un incómodo anacronismo. La entrega de Cataluña en brazos de Luis XIII de Francia y su aceptación como soberano y nuevo Conde de Barcelona, tuvo más que ver con vicisitudes político militares muy complejas acaecidas en el transcurso de la Guerra de los Treinta Años, que a un supuesto sentimiento profrancés; en aquella rebelión de los segadores, en 1640, y tras los posteriores terribles acontecimientos que tuvieron lugar en los siguientes doce años, perdió España, pero, sobre todo, perdió Cataluña. El resultado final fue que, tras la experiencia “gabacha”, el pueblo catalán aceptó de muy buen grado la monarquía de Felipe IV a cambio de que éste acatara sus vetustos fueros. Como podemos ver, el pasado no es muy halagüeño, pero nos enseña adónde llevan los enfrentamientos entre español@s: al debilitamiento de lo que, al final, tod@s entendemos que es nuestro país.

¿Y qué decir del derecho de autodeterminación de “los pueblos”? Que estoy completamente de acuerdo. Los “pueblos” deben tener derecho de autodeterminación. Pero, ¿qué pueblos? Resulta que el concepto “pueblo” tiene muchos significados posibles… Por ejemplo, el pueblo judío, o conjunto de personas de religión judía que habitan en el planeta. El pueblo gitano, lo mismo. La masa de los trabajadores de renta baja, y tradicionalmente oprimidos, que también es conocida como “el pueblo”, sí, ese que “unido, jamás será vencido…”. También debemos pensar en la cuestión administrativa. A qué pueblo nos referimos, a Torrelodones, Comillas, Mugardos, Santomera… ¿Por qué el conjunto de la población que vive en Cataluña ha de ser un “pueblo” con derecho de autodeterminación, y La Roda no? Y los gitanos, ¿tienen derecho a “autodeterminarse”? ¿Y el pueblo saharaui? Poco a poco nos vamos acercando al quid de la cuestión. El consenso. Para que un conjunto de ciudadanos se constituya como Estado, tiene que haber una aceptación como tal por parte de todo el mundo, porque si no, habrá graves conflictos debido a la falta de reconocimiento y legitimidad internacional. El asunto, obviamente, empieza en España. ¿Cómo va a tener Cataluña el estatus de “Estado Independiente” si el resto de españoles no se lo concedemos ¿De verdad esperan ser reconocidos como tal en el resto del mundo? Además, ¿qué pasaría si, en un supuesto referéndum de autodeterminación de Cataluña, ocurre, por ejemplo, que una población como Sabadell decide mayoritariamente seguir siendo española? ¿Aceptaría el resto de los catalanes que hubiera una isla española en “su territorio”? El consenso. Se llegó a uno muy importante cuando se promulgó la Constitución Española, donde se especifica que la Soberanía Nacional reside en el conjunto del pueblo español. Es decir, España es de toda la ciudadanía española. Así de simple. Un pequeño grupo no puede decidir unilateralmente sobre lo que es de todos. Cataluña también es mía, y yo también quiero decidir. Pero, ¿podríamos llegar a un nuevo acuerdo? Sí, podríamos. Siempre y cuando lo hiciéramos el conjunto de la ciudadanía española de buen grado. Y aquí es donde viene la solución que proponemos en este artículo.

La propuesta pasa por hacer, primero, los cambios constitucionales necesarios para poder plantear un referéndum que puede llegar a cambiar la entidad territorial de España. Una vez hecho esto para que ese referéndum sea legal, se propondría una consulta en TODA ESPAÑA donde se pudiese elegir entre quedarnos como estamos, o establecer los parámetros necesarios para que pudiera separarse la región que quisiera, no sólo Cataluña. Como ya somos tod@s muy mayores, tendríamos que entender y aceptar las terribles consecuencias de los dos posibles resultados: uno, la mayoría de la ciudadanía decidimos que pueda disgregarse España en una Comunidad de Estados Independientes (como hizo la URSS), en dónde cada Estado establecería acuerdos internacionales con quien quisiese. Andalucía con Asturias, Murcia con Extremadura… etc. España dejaría de existir, saldríamos de la Unión Europea, y cada “Estado” tendría que negociar por separado su reentrada en la Unión. Esto es, la “balcanización” de España. Dos, la mayoría de la ciudadanía decidimos que España se queda como está. Entonces, al igual que hicimos, con muy buen resultado, con la apología del terrorismo declarándola ilegal, la apología del independentismo también habría de ser declarada ilegal, impidiendo que las ideas rupturistas del Estado pudieran estar en las instituciones amenazando continuamente la unidad, y el futuro de España. Esto no afectaría en modo alguno a la libertad de expresión. Cada cual podría pensar lo que quisiera, y por supuesto expresarlo libremente, pero nunca más un partido independentista financiado con dinero público (esto es, por parte de todas las personas de este país) abogando por la destrucción de España.

El concesionismo propuesto por algunos sólo lleva al establecimiento una ciudadanía de primera, con derechos suplementarios, y otra de segunda, los demás. Esto no hay persona de bien que lo tolere, y puede tener terribles consecuencias.

El inexistente derecho a decidir lleva al independentismo de cabeza. Tal vez no hoy, pero sí mañana cuando surja una oportunidad mejor. Si se reconoce el derecho a decidir de un grupo de personas autodenominadas “catalanes”, que como ya vimos en el anterior artículo nadie sabe lo es, estaremos reconociendo que Cataluña es de “ellos”, y obviamente, cualquiera tiene derecho a decidir sobre lo que es suyo. No, Cataluña es de todos los ciudadanos y ciudadanas españolas, y por lo tanto habremos de ser TOD@S JUNT@S quienes definamos nuestro futuro.

La propuesta es tremenda, pero definitiva. Ya está bien.

 

7 COMENTARIOS

    • A.- Independencia= cercar la corrupción de la derecha catalana para poder exterminarla.
      B.- República= cercar la corrupción nazional con el mismo objetivo.
      C.- Si consiguiéramos así despejar el horizonte ya podríamos empezar a caminar en libertad

        • Monarquía, no es democracia (=poder del pueblo) sea el rey emérito o no.
          Venezuela, las armas de destrucción masiva que tenía Gadafi, el cambio climático, las guerras por el petróleo, la corrupción sustentada por vuestros votos corruptos, el deterioro de la Naturaleza por la forma de vida, la prioridad del beneficio económico sobre todos los demás,…
          Creo que ya estás fagocitado, y no en diferido, por lo que esta es la última respuesta con la que empleo. pierdo, tiempo contigo.

DEJA UNA RESPUESTA

Comentario
Introduce tu nombre