“Dormí de un tirón, extraño… Cuando desperté, deseaba pedir que me trajeran a mi niña, para abrazarla otra vez. Fuera llovía, y dentro de la habitación, también.” Mi bebé ha muerto.

No intentes consolarme con palabras mortales o con delicias espirituales. Nada más importa. La amarga estación de hielo que enfrento no puede sanar con curitas o con un beso.

Así que por favor no trates de quitar mi dolor. Es todo lo que queda de ella. Es la única emoción que puedo sentir. Y no preguntes acerca de mi situación. No puedo contestar con palabras vacías.

El mundo continúa en completo olvido, por favor detente un momento. No me impulses a abandonar su memoria. Habla a mi alma con palabras suaves y con ojos compasivos porque su vida merece mi dolor y tu recuerdo.

Mi bebé ha muerto, pero no en vano sinsentido. Descubre a través de su existencia lo verdaderamente frágil de la vida. Comparte conmigo su recuerdo. Su nombre es Cheyenne.”

“Dear Cheyenne” Joanne Cacciatore (1996)

Diariamente las personas que trabajamos en esto de la salud y la enfermedad, en esto de la vida y la muerte tenemos la enorme suerte de experimentar esos momentos íntimos que toda familia vive, esos cambios de fases y ciclos, el paso a la vida y el paso a la muerte. A veces esos pasos se dan enlazados, nacer y morir.

Brutal sin lugar a dudas.

¿Y qué podemos hacer? Disfrutar, aprender, crecer y cuidar.

Disfrutar y dar gracias por permitir a la vida darnos la oportunidad de hacernos grandes. Somos seres hechos de otros seres, yo soy yo y mis experiencias que me han forjado y lo seguirán haciendo, no tengas miedo al dolor de las heridas pues son las marcas las que nos hacen ser seres únicos.

Sin el menor atisbo de duda la muerte hace tambalear el alma, negar la situación, no creerla, mostrar rabia, intentar negociar, aceptar y deprimirse son las fases funcionales que se presentan en cualquier duelo. Pero debemos elaborar recetas de cuidado (pautas de tratamiento) que nos permitan y permitan vivir el duelo en plenitud y salud.

Al principio de este artículo he mostrado el relato de una madre que perdió a su bebé, pero no fue en vano sinsentido. Gracias a Cheyenne y su mamá Joanne, como pequeño ejemplo de cómo cobran sentido estas grandes pérdidas han tocado mi alma, me han removido por dentro y me han incentivado a escribir estas líneas.

Toda persona que experimente o haya experimentado una muerte ya sea por oficio o por la vía particular se encontrará ante una gran pregunta: ¿Y yo ahora qué hago?

Receta Enfermera: Cuidar y cuidarse.

  • Cuidar el cuerpo. No hay nada más dignificante y gratificante que limpiar, envolver, acariciar y perfumar a ese cuerpo que hace poco era envoltorio de vida. Es tarea difícil por el dolor que supone pero nada más te hará sentir mejor que acompañar cuidando y dejar un cuerpo precioso.

“Se acercó una matrona y me dijo que tenía un bebé precioso. Nunca olvidaré sus palabras acerca de mi hijo, aunque estuviera muerto seguía siendo precioso” Madre de Fionn.

  • Acompañar en silencio. ¿Cuántas veces se dicen cosas por ocupar silencios pero carentes de sentido? Para la familia es importante saber que cada miembro está ahí y que los profesionales estamos a su disposición de forma discreta. Como obligación sanitaria debemos informar y no de cualquier manera, la información debe ser útil favoreciendo el control de la situación.
  • No decir lo que no alivia y ¿qué no alivia? Aquello que no se siente y que no sirve para nada (tranquila, no pasa nada, ahora es un ángel, siento tu pérdida, está mejor así que sufriendo, eres joven y tendrás más hijos, el tiempo lo cura todo, es voluntad de Dios…)
  • Proporcionar soporte físico y emocional. Los últimos estudios demuestran que la compasión y favorecer la expresión emocional sin miedo a su propia expresión son los caminos que mejor permiten un afrontamiento funcional del duelo.
  • Tocar, besar, coger, hablar, no tengas miedo o pudor ante un cuerpo sin vida. Ten recuerdos que permitan mantener cierta “presencia” de tu ser querido.

¿Alguna vez nos “recuperamos” del mazazo que supone la muerte y pérdida de un ser querido?

Según la RAE recuperarse es recibir algo que fue quitado, por lo que el término recuperarse ligado a la muerte no es posible. Reconciliarse sería el término que mejor describe la recomposición personal de aquellas personas que hemos experimentado un duelo, pues hay que aprender a vivir sin esa persona y para ello hay que equiparse. Equiparse de amor, del amor dado y del recibido, el amor siempre permanece. Gracias a la Disciplina Enfermera por ofrecerme la oportunidad amar y ser amada en plenitud y sin miedos añadidos.

¿Al Gobierno qué decirle? En la Sanidad necesitamos más recursos para ofrecer más cuidados y de más calidad, recorten en gastos a sus superegos, colegas, amiguetes, contraprestaciones corruptas y demás memeces. Una mano amiga y unos ojos que aguanten hasta el último suspiro son cuestiones que no se pueden recortar de presupuestos inhumanos elaborados por psicópatas del capitalismo. Acuérdense de esto: todo aquel que permita una mala muerte por acción u omisión se convierte en verdugo.

Demandemos al Estado garantía de cuidados de calidad pre y pos mortem que no dependan de la capacidad económica de cada persona para asegurarse o asegurar a su ser querido calidad hasta el final.

 

1 COMENTARIO

  1. Este mensaje es para quien va destinado, que ya sabe quién es.
    Siento decirte que aunque lo intentes la historia evangélica no se repetirá, se resistirá.
    Y todo irá a mejor.
    Lo siento por los rencorosos que aparentan.

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