Aunque minutos antes rebeldes y fuerzas gubernamentales seguían combatiendo, a un minuto para la medianoche pasada, las armas callaron en Yemen. Ha sido un espejismo. En menos de una hora, según fuentes gubernamentales, los rebeldes hutíes reiniciaban los combates en su cerco a la ciudad de Taiz. A pesar de estos combates, tanto hutíes como el gobierno, insistían esta mañana en que la tregua se mantendrá mientras se respete íntegramente en cualquier frente y por cualquier medio, ya sea terrestre, aéreo o naval.

Ismail Ould Cheikh Ahmed, enviado especial de la ONU, había recibido el pasado lunes garantías del gobierno de Yemen y de los rebeldes hutíes para hacer efectiva la tregua a partir de las 23.59 de ayer miércoles.

En un tuit oficial ese mismo día, el ministerio de Exteriores yemení ratificaba por su parte que el presidente, Abd Rabbu Mansour Hadi, “había acordado un alto el fuego de 72 horas que puede extenderse en el tiempo si la otra parte se adhiere, se activa el DCC y levanta el sitio de Taiz». El DCC es la comisión militar responsable de supervisar la tregua.

Boris Johnson y John Kerry

La masacre perpetrada por la aviación de Arabia Saudita al bombardear un funeral civil en Sana’a el pasado 8 de octubre, movió ligeramente la diplomacia internacional sobre la estancada catástrofe que vive Yemen desde hace 18 meses. Ese jueves fatídico, una bomba de fabricación estadounidense lanzada por el ejército saudí mató a más de 140 personas, en su mayoría civiles, e hirió a más de 525. Human Rights Watch denunció el incidente como «un crimen de guerra evidente».

El cese de hostilidades iniciado esta madrugada llega después de un alarde de hipocresía público e internacional. Tras reunirse con el ministro de Exteriores saudí, Adel al-Jubeir, los titulares de exteriores de los aliados estratégicos de Arabia Saudí, el británico Boris Johnson y el secretario de estado norteamericano John Kerry, junto al enviado especial de la ONU Cheikh Ahmed, pidieron el pasado domingo la aplicación de un alto el fuego «lo más rápidamente posible, es decir, lunes, martes…».

 

Fallos de inteligencia

El fin de semana Arabia Saudita admitió su responsabilidad por el ataque aéreo y los atribuyó a fallos de inteligencia y procedimientos incorrectos. Sin más. Dijo que estaba tomando medidas disciplinarias, la concesión de una indemnización a las familias de las víctimas y facilitar el desbloqueo aéreo para permitir la evacuación de los heridos más graves para su tratamiento en el “extranjero”.

Después de la masacre de civiles perpetrada por Arabia Saudita, la Casa Blanca había reprendido a Riad a través de su portavoz Josh Earnest quien dijo que su ayuda a una guerra iniciada en marzo de 2015 “no es un cheque en blanco”.

Por su parte, la Oficina de Asuntos Exteriores de Gran Bretaña declaró que tomaría en cuenta la investigación sobre este ataque para decidir su política de venta de armas a Arabia Saudita. No sabemos hasta qué punto el péndulo de futuras demandas por crímenes de guerra pende en estas declaraciones.

Suníes contra Chiitas

Desde marzo de 2015, Arabia Saudí lidera prácticamente en solitario una coalición militar “árabe” –apoyada por Marruecos, Sudán, Egipto, Jordania, Turquía y Pakistán– para intervenir en la guerra civil en Yemen en apoyo del gobierno “legítimo” de Abd Rabbu Mansour Hadi, establecido en Aden, y al que reconoce la comunidad internacional y la ONU. El presidente Hadi es suní. Como los saudíes.

En el otro bando, están los rebeldes hutíes que controlan la capital, Sana’a y prácticamente el norte y el oeste del país. Son chiitas, como los iraníes. A ellos se unen los leales al depuesto presidente Ali Abdullah Saleh en 2011 –en lo que llegó a llamarse “primavera árabe yemení” – y que apoya tácitamente a los rebeldes.

Cree Saleh que la desestabilización del país puede ayudarle a derrocar a su sucesor. El desastre humanitario en Yemen es el retrato terrible de la lucha entre las potencias regionales que se disputan el Próximo Oriente árabe, Arabia Saudí e Irán, este último acusado de financiar y apoyar a los hutíes, aunque no se han mostrado evidencias sólidas hasta el momento y los rebeldes lo niegan.

El desolador panorama se completa con el establecimiento desde hace años de Al-Qaeda en su suelo, en una lengua de tierra que se adentra entre las dos zonas en el este del país leales a Hadi. Al-Qaeda se opone tanto al presidente como a los hutíes. El ISIS acaba de aparecer en Yemen aunque su implantación es mínima en el último refugio que le queda a al-Qaeda en el mundo. El conflicto vuelve a dibujar las fronteras del pasado con dos Yemen y dos capitales, Sana’a en el norte y Aden en el sur.

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Washington entró en la guerra

Aunque el presidente Obama ha hecho muestras de apartarse del conflicto en Yemen tras la masacre en Sana’a, entre el mortal ataque saudí del 8 de octubre y la petición de alto el fuego del pasado domingo protagonizada por Johnson y Kerry, un hecho crucial ha pasado prácticamente desapercibido: Estados Unidos entró directamente y por primera vez en la guerra del Yemen.

El Pentágono anunció a última hora del miércoles 12 de octubre que desde un destructor de la marina de guerra se disparó una andanada de misiles de crucero destruyendo tres puestos de radar controlados por los rebeldes. La operación se efectuó con la autorización directa de Barack Obama. Washington acusó a los hutíes de disparar misiles contra el destructor estadounidense USS Mason entre el 9 y el 12 de octubre, sin alcanzar el objetivo. El destructor hace labores de vigilancia en el estrecho Bab al-Mandeb, en el Mar Rojo, entre Yemen y el este de África.

Ha sido la primera vez que Estados Unidos ha atacado a los rebeldes hutíes en la guerra civil de Yemen. Hasta ahora EEUU se había limitado a llevar a cabo ataques letales en Yemen contra las fuerzas de al-Qaeda, matando principalmente a civiles. Hasta ese momento, los ataques hautíes habían tenido como objetivo Arabia Saudí. El más sonado ocurrió el pasado 28 de enero cuando misiles lanzados por los Houthi impactaron en la base aérea King Fahd en Taif, en el oeste de Arabia, cerca de La Meca. Sin embargo, un portavoz de los hutíes negó el lanzamiento de los misiles de que les acusa EEUU.

Los EEUU han apoyado a los saudíes estos 18 meses con reabastecimiento en vuelo y la venta de armas. Durante la presidencia de Obama, Estados Unidos ha vendido a los saudíes 110 mil millones de dólares en material militar y ha aprobado recientemente la venta de 1.15 mil millones más. Estados Unidos suministra también a los saudíes asesoramiento en inteligencia y logística militares.

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Catástrofe fuera de los medios

La situación en Yemen es catastrófica y sin retorno, como escribía el director del Instituto de estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria Jesús A. Núñez. De una magnitud como la de Siria, la guerra sigue en gran medida fuera de los medios. Desde que comenzó el conflicto hace 18 meses, más de 6.800 personas han sido asesinadas y hay alrededor de 35.000 heridos, de acuerdo con la ONU. Otras fuentes hablan de 10.000 muertos.

Tanto los rebeldes y como el régimen “legítimo” han cometido atrocidades. Sin embargo, la mayoría de los muertos, civiles, lo son por ataques aéreos saudíes. Casi 14,4 millones de personas, más de la mitad de la población del país, están ahora en «inseguridad alimentaria», según el Programa Mundial de Alimentos de la ONU, y 2,8 millones de personas han sido desplazadas. En 2015, hubo 101 ataques contra escuelas y hospitales. Dos hospitales de Médicos sin fronteras fueron bombardeados –uno en Taiz el 2 de diciembre de 2015 y otro en Abs el 15 de agosto de este año– causando un total de 20 muertos. Tras éste último, el grupo humanitario se vio obligado a retirarse de seis hospitales en el norte de Yemen. Y la última noticia es un brote de cólera.

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