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Algunas cuestiones sobre periodismo

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análisis

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De las distintas definiciones que pueden darse a la profesión del periodista, una de las más completas es la que dice que es la persona que se dedica profesionalmente al periodismo, en cualquiera de sus formas; su trabajo consiste en descubrir e investigar temas de interés público, contrastarlos, sintetizarlos, jerarquizarlos y publicarlos. Y para ello ha de recurrir a fuentes periodísticas fiables y verificables. Existen varios principios que han de guiar la labor del periodista, a saber: fundamentalmente el respeto a la verdad, el rigor en la búsqueda de información fidedigna y verificable.

Para ejercer la profesión de periodismo no es imprescindible tener la titulación en Ciencias de la información, puesto que, cualquier experto en cualquier materia, siempre y cuando respete el código ético del periodismo y tenga como fines el de informar con veracidad y rigor, podrá ejercer esta profesión. Por lo tanto, ni todos los periodistas son licenciados en Ciencias de la Información, ni todos los Licenciados en Ciencias de la Información son periodistas.

¿Cuáles son los principios éticos que han de guiar a todo profesional para que su trabajo tenga rigor y pueda, por lo tanto, considerarse “periodismo”? Según la Ethical Journalism Network (Red de Periodismo ético) los principios básicos son los siguientes:

1.- Verdad y precisión: los periodistas no pueden garantizar “la verdad” pero sí obtener los hechos con exactitud. Este debe ser el principio cardinal del periodismo. Cuando no pueda corroborarse la información de la que se dispone, no debe ser publicada.

2.- Independencia: los periodistas deben ser las voces independientes. No se debe actuar formal o informalmente en nombre de intereses específicos (ya sean políticos, empresariales o culturales). Es preciso dejar claro ante los editores o ante la audiencia cualquier afiliación política, financiera u otra personal que pueda constituir un conflicto de intereses.

3.- La equidad y la imparcialidad: la mayoría de las historias tienen, al menos, dos lados. No es necesario presentar todos los puntos de vista sobre una cuestión (aunque cuantos más se aporten, mayor rigor tendrá la pieza periodística), las historias presentadas siempre deben plantearse de manera contextualizada y equilibrada.

4.- Humanidad: los periodistas no deben dañar a nadie. Lo que se publique puede ser hiriente, pero ha de asumirse el impacto que esto tendrá y cómo pueden impactar en los demás los hechos que narramos y las imágenes que reproducimos.

5.- Responsabilidad: una seña inequívoca de profesionalidad y rigor es la capacidad de asumir la responsabilidad. Cuando se cometen errores hay que corregirlos con mayor celeridad, y las disculpas han de plantearse de manera sincera, no cínica. Es preciso escuchar las preocupaciones de la audiencia; es preciso rectificar cuando se ha sido injusto.

Hace tiempo que vengo ejerciendo la profesión de periodista. Nunca he ocultado mi ideología, socialista demócrata, republicana y sobre todo, defensora de la libertad de expresión y de opinión. Jamás he pretendido obviarlo ni ocultarlo, y esto no ha sido óbice para abordar cuestiones de distinta índole con todo el rigor posible. La del periodismo es una profesión apasionante en la que no se deja de aprender (supongo que como en cualquier otra cuando se tienen ganas de hacer un buen trabajo). Para ello, cuento con la suerte de tener a mi alcance a grandísimos profesionales de los que aprendo cada día.

En este tiempo he aprendido la importancia de no mezclar opinión con información. Cuando se quiere realizar una pieza meramente informativa, los adjetivos calificativos nunca pueden salir de la pluma (o las teclas) del periodista, simple redactor que ha de narrar los hechos, contrastarlos, verificarlos y ofrecerle al lector una paleta de opciones para que él mismo saque sus propias conclusiones.

Desde que dirijo la sección de opinión de Diario16 he aprendido a velar por la libertad de expresión, marcando únicamente como límites la ética y el compromiso social en las piezas de los autores. Jamás he censurado una opinión, por contraria a la mía que pudiera resultar, rompiendo así con cualquier tipo de “línea editorial” que pudiera suponérsele a un periódico concreto. Hemos conseguido, y así puede comprobarse, que las opiniones que publicamos en la sección que dirijo sean de toda índole, garantizando al lector una paleta muy amplia de “colores” ante los distintos asuntos que se plantean a diario.

Nunca he ocultado mi simpatía, en caso de haberla, cuando he realizado alguna entrevista concreta. Entiendo que es lo honesto para informar al lector de la posición de la que se parte al aproximarse a otra persona. Jamás he realizado ningún tipo de pieza hiriente, insultante, humillante ni que rozase una mentira ni una verdad retorcida. Nunca he recibido una queja por una pieza informativa que haya realizado. Obviamente, si lo que escribo es opinión (cosa que siempre queda indicado para no dar lugar a confusión), es lógico recibir comentarios que expresan disconformidad con lo expuesto, pero eso, en el ámbito de la opinión, es algo comprensible y, de hecho, deseable.

El sábado leí con estupor una pieza publicada en “El Confidencial”, rubricada por Juan María Romero. En concreto, el trabajo se etiqueta como “perfil”, por lo que se considera una pieza informativa, no enmarcada en la sección de opinión. Por lo tanto, partiendo de esta base, lo profesional y riguroso sería que el autor hubiera evitado los adjetivos calificativos que fueran de “su propia cosecha”, para garantizar así que el lector pueda sentirse libre a la hora de hacer su propio análisis y sacar sus propias conclusiones. No es el caso. Aquí algunos ejemplos:

“(Talegón) no milita en ningún partido aunque dio tumbos intentando encajar en alguno”.

Afirmación rotundamente falsa puesto que por mi parte, solamente he militado en el PSOE, hasta hace dos años y medio. Desde entonces, las propuestas que se me han hecho han sido varias (Podemos, Ciudadanos, Unidad Popular, Decide en Común, ERC, así como otras formaciones de distinta índole) y en todos los casos, el rechazo, con su debido agradecimiento, ha sido por mi parte.

– “Su constante búsqueda de un acomodo en política”. Así decía el artículo en su versión inicial. Tras mi denuncia pública, el texto que ahora puede verse es el siguiente: “Su constante búsqueda de un acomodo en política, apreciación que muchísimos cuadros lanzan y que ella no comparte porque “jamás”, asegura, ha querido vivir de la cosa pública”. 

A pesar de su nueva redacción, el autor sigue queriendo justificar sus ataques personales citando a “muchísimos cuadros”, no se sabe bien de dónde, ni cuántos, ni quienes. Aunque de esto hablaremos después, cuando hagamos referencia a la “independencia” de este periodista. Afirmar que alguien busca de manera constante un acomodo en política, sin una sola prueba de ello (más bien cuando los hechos han demostrado todo lo contrario: no encaja con esta afirmación el hecho de haber dejado la militancia en un partido y haber rechazado las propuestas de otras formaciones) podría considerarse una difamación gratuita. Desde luego, no encaja en una pieza informativa.

– «nunca llegó a concurrir ni tuvo realmente opciones de medrar dentro del PSOE, por mucho que picara piedra en los medios…”

Esta afirmación se realiza después de dar a entender que tuve intenciones de presentarme a las primarias del PSOE, cosa totalmente falsa, jamás planteada por mí (aunque sí en algunos casos dado a entender por algún medio con evidentes intereses en aquel momento). “Medrar dentro del PSOE” vuelve a resultar una forma poco objetiva de pretender narrar hechos falsos y deformados. “Por mucho que picara en los medios”, viene siendo más de lo mismo.

Aporta información sin contrastar (principalmente, conmigo, que soy la persona de la que habla), además de no haber hecho el más mínimo esfuerzo por buscar otras fuentes – a parte de las que dice haber consultado-. Fuentes, dicho sea de paso, que en ningún caso cita, y que, además, cuando se referencian las supuestas declaraciones con “entrecomillados” no son más que valoraciones personales, incluso insultantes, tan valientes que no son respaldadas específicamente por nadie. Rumores, ataques e insidias a las que se le da pábulo, sin atender al más mínimo rigor periodístico ni ético. En mi experiencia siempre tuve esta máxima: si una persona quiere denunciar un hecho contrastable y comprobable, es entendible que por razones y temores evidentes, se guarde su anonimato. Sin embargo, en ningún caso, he estado dispuesta a ser vocera de ataques, calumnias o insultos de quienes hayan querido utilizarme, parapetándose en mi y sin dar la cara. Quien quiera hacer una crítica personal hacia otra persona, o hacia lo que sea, en mi entender, ha de dar la cara, o de lo contrario, jamás suscribiré yo sus ataques ni comentarios íntimos y personales. Hacerlo supondría contribuir a ataques cobardes, que entiendo un profesional nunca debe respaldar.

“Juventudes promovió su relevo como Secretaria General de la IUSY” 

Otra afirmación falsa, puesto que desde el mismo día en que fui elegida dije claramente que jamás me presentaría de nuevo. Por distintas razones, tanto profesionales, personales y de coherencia política. Lo expliqué públicamente el día de mi toma de posesión y asunción del cargo de responsabilidad; lo expliqué por escrito en mi carta de presentación de candidatura. Pero a este periodista eso le da igual. Lo importante, según parece, es trasladar la versión interesada de sus colegas, de sus cercanos, de esa gente que según él mismo dice en su propia biografía “le hace feliz”. Y es aquí donde hago referencia a la imparcialidad que todo profesional debe tener. En este caso, y a tenor de los “apoyos” que ha recibido el periodista (como respuesta de las innumerables críticas públicas que ha recibido por esta pieza), vienen del Partido Socialista. No oculta su relación personal con uno de los dirigentes del partido. Razón por la cual, se hace obvia su falta de ecuanimidad, atendiendo así, según parece, a las fuentes más cercanas y no buscando más allá de lo que tenga a su alcance. Realiza, por tanto, un servicio concreto: difundir el mensaje de un sector específico de un partido político al que le unen lazos evidentes.

«La exsocialista intentó buscar su hueco en las generales de 2015.”

De nuevo, una afirmación falsa, carente de contraste, y del todo difamatoria. Como se ha dicho anteriormente, las propuestas para concurrir a las elecciones del 2015 fueron planteadas desde distintos partidos y desde diferentes proyectos. No acepté ninguna, salvo la posibilidad de crear una confluencia de todos los grupos de izquierda, invitar a la suma, y plantear un proceso para la elección de las personas que formarían la lista electoral, siempre y cuando se realizase la misma mediante un proceso abierto, transparente y radicalmente democrático.

En este sentido, algunos (supongo que del mismo grado de profesionalidad y rigor que este periodista), corrieron a publicar que yo pretendía postularme a través de esta llamada a la confluencia. A pesar de ello, siempre dije públicamente, por escrito y de viva voz, que no era el caso. Pero está visto que para este tipo de profesionales, recoger estas declaraciones debía darles pereza porque les rompía la épica. Ya saben: “que la verdad no te fastidie un buen titular”.

Como esa confluencia no fue posible, públicamente renuncié a participar en ella, explicando las razones que me motivaban a tomar esta decisión. A pesar de ello, profesionales de la confusión, se empeñaban en titular cosas similares a esta “Talegón crea un partido y lo abandona en una semana”. Cuando la realidad es que Talegón no había creado ningún partido, ni había pretendido encabezar nada, ni mucho menos lo abandonaba, porque sencillamente, no existía.

Este es el tipo de recursos o fuentes sobre las que se fundamenta la elaborada pieza del Señor Romero. Información, una vez más, sin contrastar.

En la pieza original, literalmente se decía lo siguiente: “y ella misma se postuló como candidata a presidenta de Gobierno por la plataforma X la izquierda el 26 de octubre para después retirar su apoyo a este espacio el 2 de noviembre, a penas siete días después. Su argumento, que no había voluntad real para trabajar por la unidad de todas las fuerzas progresistas…” Una vez trasladado al periodista la falsedad de su afirmación, la nueva redacción queda como sigue: “ella misma se postuló como candidata a presidenta del Gobierno por la plataforma X La Izquierda el 26 de octubre siempre y cuando se decidiera así “por consenso”….”. Añade algo fundamental, pero no elimina lo falsario, esto es, que yo jamás me presenté como candidata a presidencia del Gobierno, un hecho, que dada su relevancia, me parece sencillamente insultante.

Respecto al “Caso Sánchez” del PSOE, la narrativa del Señor Romero vuelve a ser vejatoria, con una clara intencionalidad: la de pretender mostrar a una persona contradictoria en sus posicionamientos. Pone de manifiesto que celebré el triunfo de Sánchez en las primarias, después de haberle criticado públicamente de manera clara. Lo que se calla, quizás por desconocimiento (es lo que tiene no contrastar la información), es la convulsión que en el PSOE produjo la decapitación de Sánchez y el hecho de que sectores como la propia Izquierda Socialista, siempre crítica con el madrileño, se posicionase de su lado ante la batalla abierta que encabezaba el sector susanista. Lo que oculta también el Señor Romero es que, desde el propio uno de octubre yo misma, me puse a disposición del Señor Sánchez y le tendí mi apoyo para trabajar con rigor y transparencia, apoyando así su candidatura desde una visión de justicia y democracia. Hice lo que consideré que era justo, sin mentir ni engañar a nadie y tratando de ser consecuente con los graves hechos que se produjeron, frente a los cuales cualquier demócrata debería tomar posición. Y fue, precisamente por ello, que celebré su victoria, hecho que suponía la derrota de las formas y modos antidemocráticos que tantos hemos sufrido en el PSOE.

Otra cuestión será la deriva posterior del Señor Sánchez y su PSOE, que no nos ha convencido a muchos, por lo que hemos decidido mantener una posición crítica desde la izquierda. Creo que no desvelo ningún secreto al corroborar algo que venimos planteando desde hace unos meses: la deriva hacia la derecha de los postulados de quien hace tan solo unos meses, prometía reubicar al PSOE de nuevo en la izquierda.

Añade, para ahondar en la intencionalidad difamatoria, un hecho interesante: mi contienda con el actual alcalde de la localidad en la que resido. Una larga batalla cargada de enemistad manifiesta que ha llegado a los tribunales. Utiliza el periodista de manera poco rigurosa la referencia a hechos tergiversados, y en algún caso, manifiestamente falsos, para así pretender menoscabar mi honor y mi imagen pública. Se refiere así al asunto que se está dirimiendo actualmente en los tribunales: las presuntas calumnias de las que se me acusa, por unas manifestaciones realizadas en una asamblea del PSOE donde dije públicamente que el candidato a la alcaldía era un “jeta” por saltarse el código ético del partido al presentarse estando imputado con un proceso oral abierto. Reproduce el periodista la acusación del Señor Salinas (actual alcalde), sin haber alusión a la contraparte. En su primera redacción el texto literal decía: “ al haberle llamado, entre otras lindezas, “chorizo”…” La versión actual elimina “ lindezas”. Aunque continua  obviando así la necesaria versión de la contraparte, esto es, la mía.

Por si esto fuera poco, la parcialidad con la que informa, se permite el autor aseverar un hecho falso (por el cual me veo en obligación de emprender medidas legales, atendiendo a la gravedad de su afirmación y a que, además, tiene que ver con un hecho que se encuentra en sede judicial en estos momentos): “la ex socialista, según fuentes próximas al primer edil, buscó un acuerdo: pagar dinero al primer edil a cambio de retirar la denuncia, pero sin disculpa de por medio”. Afirmar semejante cuestión, rotundamente falsa, pasa la línea de la ética, del rigor (porque una vez más hace referencia a fuentes que no dan la cara), y por si esto fuera poco, entra de lleno en una cuestión importante: corroborar que todo el proceso, tal y como venimos defendiendo, forma parte de una campaña de acoso y difamación contra mi persona. Parece ser que el Señor Romero ha decidido participar de ello, siendo vocero y contribuyendo a la campaña de difamación pública. Aseverar un hecho tan grave, sin una sola prueba, obliga a interponer medidas legales.

Apercibido de tal cuestión, en la última versión del escrito, el periodista añade al final “Ella desmiente rotundamente ese intento de pacto y dice que es “falso”. Supongo que así pretende desprenderse de su responsabilidad en el hecho de dar pábulo a rumores y difamaciones.

Un rosario de “declaraciones” que nadie firma, pero que son de la contundencia brutal que puede observarse, por ejemplo, en esta sentencia: » «Es inteligente, culta y superdotada, pero usa toda su capacidad para hacer el mal. Es soberbia y creída. Le encanta escucharse y ser célebre. Y cambia de amigos políticos cada cuarto de hora. Su coherencia es cero”. Las palabras subrayadas forman también parte de la edición del Señor Romero, por si al lector no le llegan de manera suficientemente clara los conceptos. Ni rastro del autor de semejante afirmación. A pesar de la gravedad de las acusaciones, sin una sola prueba que las respalde.

Todo esto viene ahora, precisamente, después de haber participado en un mitin de ERC el pasado jueves en Barcelona. Un acto en el que recibí el cariño y el aplauso de los allí presentes, además de las redes sociales. Cualquiera podría imaginar que estas líneas, y a tenor de la relación que el periodista tiene con el PSOE, supone más bien una forma de tratar de “compensar” los aplausos. Señor Romero, una de las reglas del periodismo es atender a las quejas, cosa que usted ha hecho en algunos puntos a regañadientes, sin eliminar la información falsa, simplemente añadiendo el hecho de que “yo digo que es falsa”. Lamentable, al no haber contrastado ninguna de las cuestiones que usted reproduce.

Necesitamos profesionales del periodismo que no trabajen para el interés de nadie, salvo de los lectores. Que aporten información con rigor, sea del tipo que sea. Pero jamás dando pábulo a rumores malintencionados de quienes no tienen la valentía ni la coherencia de dar la cara. Su labor, en este artículo, es preocupante para cualquier demócrata: su pluma se convierte en verdugo sin la menor justicia, sin el menor rigor, atendiendo única y exclusivamente al círculo más cercano que le propician sus relaciones personales. Discúlpeme, eso no es periodismo. Eso es alimentar círculos viciosos, cotilleos y confundir la información con opiniones tan frágiles que no son sostenidas por nadie que quiera dar la cara por ellas.

Así no, Señor Romero. Así no se ejerce el periodismo. Por mucho que le aplaudan desde las filas socialistas, debe usted atender a la multitud de críticas que se le han realizado desde quienes han leído esta pieza. Muchos de ellos, ni siquiera me conocen, y entienden que su trabajo ha carecido en este caso de todo rigor deseable.

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3 COMENTARIOS

  1. Muy buenas. Los partido políticos tienen el objetivo de alcanzar el poder. Es por eso que existen. Si uno milita en un partido político es porque desea llevar a cabo una serie de propuestas para lo que necesariamente deberá alcanzar el poder. Tengo como premisa que quien niega esto, miente. A partir de ahí, no tiene sentido alguno que se considere «difamatorio» el que una persona intente buscar hueco en una lista electoral. No «inexacto», no «falaz»: «difamatorio». Si uno milita en política (no simpatiza; milita) es porque quiere alcanzar el poder, porque no hay otro modo de hacerlo y porque, como digo, para eso existen los partidos. Y si no quiere, entonces es un desnortado o un ocioso. Así que usted elige, o mentirosa o desnortada u ociosa. No hay más opciones. Sea cual sea de esas tres, su credibilidad y competencia acaban de volar por los aires. Tengan buen día.

  2. Brava Beatriz, suscribo la nota punto por punto. periodista con mayúsculas e insobornable.

    @Archibald, tus faltas de respeto hablan muy mal de ti. No estas para dar lecciones, te lo digo desde el buen rollo.

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