Rajoy entrega a Aguirre la Gaviota de Oro del PP de Móstoles.

Esperanza Aguirre es una política que nunca ha hecho nada sin que existiera una intención clara o un objetivo concreto. Estos últimos días se vio tan acorralada por la Operación Lezo, se vio tan involucrada en la trama de presunta corrupción de Ignacio González en el Canal de Isabel II, que no tuvo más remedio que dimitir de sus cargos políticos. Que un político asuma su responsabilidad en España siempre es noticia, incluso cuando, de momento, esa responsabilidad sea in vigilando, por no haber sabido detectar lo que estaba ocurriendo en su círculo más cercano. Sin embargo, quien haya seguido la trayectoria de Esperanza Aguirre sabe que, en los momentos solemnes, y su dimisión lo fue, hay que leer entre líneas para saber cuáles son sus intenciones secundarias.

En este caso el destinatario de sus palabras no era otro que el propio Mariano Rajoy. El presidente del Partido Popular tampoco está pasando por un buen momento en lo que se refiere a los casos de corrupción de su partido. Hay que recordar que ha sido a declarar en la Audiencia Nacional en calidad de testigo por una de las piezas de la trama Gürtel.

«No vigilé todo lo que debía. Por eso dimito como concejal del Ayuntamiento de Madrid y portavoz del PP, cargo en el que me pusieron los ciudadanos con sus votos», dijo Aguirre en la comparecencia de prensa en la que anunció su dimisión. Más tarde añadió que «tengo como norma de conducta no eludir nunca mis responsabilidades […] El auto y la prisión no es una prueba definitiva contra [Ignacio González], pero sí demuestra que yo no vigilé todo lo que debía».

El destinatario de las palabras de Aguirre no era otro que el propio Mariano Rajoy

Evidentemente, este reconocimiento de su responsabilidad in vigilando como causa de su dimisión no tenía otro destinatario que su propio partido y Mariano Rajoy. Todos los casos de corrupción que acechan al Partido Popular nacional, la financiación ilegal del PP, los papeles de Bárcenas, la caja B con la que se pagó, entre otras cosas, las reformas de la sede de Génova o la compra de acciones de Libertad Digital son algunos de los casos en los que las referencias a la vigilancia de Aguirre iban dirigidas al propio Rajoy. Y, en parte, razón no le falta a la ex lideresa madrileña.

Cuando uno es dirigente político no sólo debe asumir su responsabilidad directa por sus actos propios, también la de aquellos que están bajo su mando y eso es algo que en el PP no se ha aplicado nunca a nivel nacional (y en contadas ocasiones a nivel regional o municipal) desde los tiempos de José María Aznar, años en los que comenzaron a formarse las redes clientelares y corruptas que ahora están en los juzgados. Pero Mariano Rajoy tiene una responsabilidad in vigilando directa en la financiación ilegal, en el mantenimiento de la caja B, en el pago de sobresueldos, en el respaldo a Bárcenas, en Gürtel o en Púnica, por citar sólo algunos ejemplos. Por esta razón, y por la evidente animadversión entre ambos políticos surgida desde hace unos años, Esperanza Aguirre le lanzó su última andanada, su último ataque, al ponerse como estandarte de la asunción de responsabilidades mientras que el Presidente de Gobierno sigue sin hacerlo.

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