Con la discreción que le caracterizaba y sin hacer apenas ruido, el barcelonés Juan Goytisolo -y Premio Cervantes en el 2014- ha muerto hace unas horas en su casa de Marrakech a los 86 años de edad.

El novelista, uno de los autores más cervantinos de la literatura española reciente, recibió el Cervantes en Alcalá de Henares luciendo la única corbata que tenía en el armario y dedicando su discurso a los habitantes de la medina de Marrakech, sus vecinos desde que se instalara allí en 1997 con la familia de su amigo, y expareja, Abdelhadi. Hasta ese año, y desde 1956, sus vecinos eran los inmigrantes del Sentier parisino, el barrio en el que vivió con su esposa, la escritora francesa Monique Lange. En París recaló después de abandonar para siempre Barcelona, la ciudad en la que había nacido el 5 de enero de 1931.

Tal y como informa la cadena Ser,En los últimos años ya no concedía entrevistas porque oía mal y no se sentía cómodo delante de las cámaras, contaba Yolanda Soler, la directora del Instituto Cervantes de Marrakech durante unas jornadas en Rabat. Normalmente, ella le llevaba la agenda y le hacía de enlace con los medios de comunicación. «El Instituto era su segunda casa», explicó a Cadena SER Javier Galván, coordinador de los Institutos Cervantes de Marruecos, al enterarse del fallecimiento del escritor.

Goytisolo era un gran conocedor y defensor de Marruecos y su cultura, pero también había vivido en Argelia. «Se le iluminaba la cara cuando hablaba del país», recuerda Galván. Su primer encuentro con el escritor fue en el mítico Café París de Tánger en 2014, «estaba bastante apagado» y aún así fue una persona «afable, cercana y cariñosa».

La Biblioteca del Instituto Cervantes de esta ciudad, la más internacional de Marruecos y donde vivieron otros muchos escritores españoles, lleva su nombre. Allí era frecuente verle impartiendo charlas, y además hacía aportaciones con donativos de libros.

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