Durante estos días asistimos al debate público sobre las bondades y desaciertos de sendas mociones de censura que la organización Podemos ha planteado en la Asamblea de Madrid y en el Congreso de los Diputados. En esta misma Guía Extemporánea ya comentábamos el pasado mes de abril la necesidad de pasar a la acción para construir el cambio, y lo teorizábamos a través de una moción de censura que pidió Gaspar Llamazares en la rueda de prensa en que se presentó la plataforma Actúa, la misma mañana que detenían a Ignacio González en el marco de la operación Lezo.

No cabe duda que las imperiosas razones que existen para desalojar al Partido Popular de las instituciones están más que justificadas. Son innegables. La regeneración de nuestro sistema, la recuperación de nuestros derechos sociales o la búsqueda de nuevas fórmulas para luchar contra una corrupción que no cesa son causas que justifican, de forma contundente, un cambio de gobierno y de partido ante el actual e insoportable más de lo mismo. Está en juego nada más y nada menos que el crédito de una DEMOCRACIA que urge poner en valor.

Sin embargo, el planteamiento que realiza Podemos, en su aspecto formal, lo hace inoperante para conseguir el objetivo que una mayoría de gente queremos: el cambio votado en las urnas que hoy es más urgente si cabe. Una moción de censura no se presenta. Una moción de censura se construye. Una moción de censura se anuncia para ganarla cuando la tienes previamente cocinada. De nada sirve un golpe mediático cuando lo que nos jugamos es un nuevo efecto devastador de desánimo para quienes creemos que es posible enviar al PP al banquillo de la oposición.

El ejemplo de esta forma de proceder con la moción sin contenido tiene que servir para enmarcar la situación de emergencia que vive nuestro país y debatir sobre el cómo debemos, todos y todas, poner en marcha una forma de actuación plural, pero unitaria, en un contexto donde ninguna fuerza política tiene la hegemonía. El asunto que nos traemos entre manos es algo más serio que anotarse un punto más de postureo frente al resto de la oposición.

Porque la realidad es que las últimas encuestas y sondeos de intención de voto siguen situando al PP como el partido más votado, y a ello contribuye el grado de desconexión entre las fuerzas progresistas y de la izquierda. Es de tal magnitud su confrontación que unas y otras han preferido –digan lo que digan porque a los hechos nos remitimos- que el partido que mayor deterioro social ha causado a este país siga en el poder, con todas sus contrarreformas vigentes y más vivas que nunca.

Con todo un 2016 en funciones y lo que llevamos de 2017 sin alternativa, es fundamental y urgente provocar un marco de entendimiento real, con sensatez, honestidad, realismo y huyendo de todo sectarismo. Es obligatorio un escenario regeneracionista en el que la exclusión sea un concepto vetado en la práctica por la necesidad de unir y confluir con quien entienda que a corto plazo el objetivo es concretar un programa de mínimos para el impulso democrático y la cohesión social.

Un programa de mínimos que ponga en marcha un cambio político. Un programa con un rescate social, contra la pobreza y la desigualdad, recuperando y ampliando derechos y libertades y luchando contra la corrupción. Que tenga presente una memoria colectiva que haga honor a la verdad, justicia y reparación. Que ponga el pacto de Estado contras la violencia machista sobre la mesa de lo urgente. Que vaya cambiando el modelo productivo y la política económica. Que garantice los derechos sociales básicos, promocione la cultura, la paz y a solidaridad. Y con un modelo territorial federal y solidario, apostando por el municipalismo para transformar el entorno inmediato.

Es momento de actuar, de hacerlo conjuntamente con las gentes de la izquierda, con los movimientos sociales y con todas aquellas personas que no se resignan a vivir en este modelo de pobreza social.

 

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43 años. Nací en Madrid, aunque resido en Leganés desde la infancia. Actualmente soy Concejal de Desarrollo Local y Empleo del Ayuntamiento de Leganés. También presido la empresa Leganés Gestión de Medios, S.A. Militante de IU desde 1995, ocupe distintos cargos y formé parte de su Consejo Político Federal entre 2009 y 2015. Fui diputado en la Asamblea de Madrid durante la pasada legislatura. Actualmente soy afiliado a Izquierda Abierta y milito en distintas organizaciones sociales como CCOO, la Asociación de Amigos con el Pueblo Saharaui, la Asociación de Diabéticos o el AMPA "Pardo Bazán".

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