Ante la victoria de Pedro Sánchez en las primarias del PSOE, resultan desproporcionados y ridículos los comentarios que se han atrevido a publicar los más conspicuos medios de comunicación. El País, en su editorial del lunes 22, con tonos casi apocalípticos, se ha rasgado las vestiduras asegurando que con esa decisión al Partido Socialista se le alejan aún más las posibilidades de gobernar. Afirma que al no contar con nadie que represente el legado de 22 años de gobierno se enfrenta a una ya gravísima crisis interna. Asegura “que la confusión ideológica y el modelo de partido asambleario fácilmente podrá desmovilizar aún más a sus votantes y alejar a los socialistas del poder.”

Por la desesperación que muestra en su texto diríase que la dirección de ese diario desea ardientemente que gobierne el PSOE. Sorprendente giro, porque hace ya tiempo que apuesta por la derecha liberal más sometida a los dictados de los poderes económicos europeos. Por ello, cuando expresa su nostalgia por el PSOE de los 22 años de gobierno, se refiere al que desde la firma de los Pactos de la Moncloa hasta la reforma laboral, la congelación de las pensiones y la aprobación del artículo 135 de la Constitución ha adoptado las decisiones económicas que le ha impuesto el capital, que siempre quiere ser omnipotente en el reparto de la riqueza, sin frenos ni impedimentos para explotar hasta la extenuación a los trabajadores y a las mujeres en cualquier parte del mundo.

Pero precisamente ese partido es el que ha perdido elecciones desde 2011. Ese partido, regido por Zapatero, al que sucedió Rubalcaba y últimamente Sánchez, es precisamente el que no quieren ni los militantes ni los votantes, como han ido demostrando en las sucesivas elecciones. Cuyo antecedente vimos en las primarias celebradas entre Joaquín Almunia y Josep Borrell. Y el apoyo prestado a Susana Díaz por Felipe González, Alfonso Guerra, Alfredo Rubalcaba, José Luís Rodríguez Zapatero, Micaela Navarro y otros históricos dirigentes no ha parecido tener influencia en el resultado de las votaciones. Diríase que por el contrario, ha sido contraproducente.

Porque hoy, ni los viejos afiliados ni los jóvenes militantes prefieren, en su mayoría, los antiguos modos y maneras del PSOE de la Transición, la desindustrialización, las corrupciones, el GAL y la sumisión a los dictados de la troika europea. Tiempo les ha costado a los afiliados comprobar que su partido tiene poco de socialista. Si al parecer le perdonaron la traición con que nos introdujeron en la OTAN, incluyendo la estructura militar, y no quieren ni mencionar el apoyo que está prestando a la Monarquía y a la Iglesia, lo que definitivamente ha agotado su paciencia han sido las políticas económicas, dirigidas por los ineptos ministros de Zapatero, Sevilla y Solbes, que hundieron la producción y el mercado laboral. Porque la ciudadanía, en su mayoría, se fija más en las cosas de comer que en los grandes principios ideológicos, ya que ignoran que aquellas dependen directamente de éstos.

En consecuencia, la victoria de Sánchez significa que sus afiliados exigen el retorno a lo que consideran las esencias del partido de Pablo Iglesias, y reclaman firmeza ante la rampante derecha que representa el PP, que desea seguir la misma senda del injusto reparto de la riqueza que ha implantado. Y tanto atrevimiento no puede soportarlo ni El País ni sus compañeros de ideología.

Las predicciones catastróficas que asegura El País, con el coro de apoyo de los demás periódicos, de que esta decisión de los afiliados al PSOE va a alejar a sus votantes, parece no solo prematura sino profundamente errónea, en cuanto ha sido el periodo anterior a este, mientras se mantuvo la misma política heredada de González, el que provocó el rechazo del cuerpo electoral del que cinco millones le abandonaron.

Si es cierto que de unas primarias no se pueden deducir los resultados de unas elecciones generales -ya veremos la municipales y autonómicas-, como hacen los comentaristas de hoy, lo cierto es que la participación del domingo en esa consulta indica, contrariamente a lo que vaticinan los voceros de la derecha, un entusiasmo que no se había despertado desde hacía muchos años. Porque ni los medios de comunicación ni los dirigentes socialistas quieren enterarse de que tanto el pueblo como los afiliados están siempre más a la izquierda que ellos.

El empecinamiento de Pedro Sánchez en su rotunda negativa a apoyar al PP, ha despertado la esperanza en una afiliación y simpatía al partido que estaba amodorrada y decepcionada con la política que el PSOE estaba siguiendo desde 2011. La esperanza de encontrar en sus líderes personas firmes en la denuncia de las injusticias del capital y valientes para defenderla. Y eso es lo que puede llamar a muchos más desengañados y escépticos que lo abandonaron, en contra de las predicciones del El País y sus similares.

Como se ha podido comprobar la ciudadanía es ingenua y generosa, capaz de encumbrar a líderes mediocres y traidores a sus propias declaraciones. Pronto se les ha olvidado a los entusiastas electores de Sánchez la defenestración de Tomás Gómez en Madrid, con cambio de cerradura de la puerta incluido, a pesar de haber sido el más votado en la Comunidad. Y poco caso ha hecho de que la primera opción de alianza para gobernar que escogió Pedro Sánchez fue con Ciudadanos, partido poco sospechoso de izquierdismo. Ahora Sánchez es el líder incorrupto, coherente y firme en la defensa de sus principios y planteamientos, víctima de la intolerancia y la tiranía de sus compañeros.

Pero como esos antecedentes no han tenido influencia en la elección de sus votantes, los voceros de la derecha lo que temen no es que el PSOE pierda votos sino que los gane. Y que entre él y Unidos Podemos se pueda organizar un nuevo Frente Popular que lleve a la izquierda al triunfo electoral.

Si son estos últimos actores los que hacen imposible esa alianza, es otro tema. El caso es que semejante posibilidad espanta a la derecha que desea, y en realidad daba por consumada, la Gran Coalición entre el PP y el PSOE, si Susana Díaz hubiera ganado las primarias. Que los votantes de esa consulta se hayan decidido por Sánchez les ha estropeado sus firmes esperanzas. Porque lo que de verdad querrían, sin que se atrevan hoy a decirlo, es que de una vez se acaben las primarias y las consultas electorales y la obligación de aceptar los resultados de los votos. En definitiva lo que es la democracia.

3 COMENTARIOS

  1. Excelente artículo.
    Coincido, casi, punto por punto. Excepto algún detalle, por lo demás, irrelevante.
    La situación es tal cual. Y, en efecto, el entente editorial y de otros medios de comunicación, es un hecho.
    Felicito a este diario por mantener (supongo que a duras penas) su crédito e independencia.
    Al menos hasta la fecha.
    Espero que siga así.
    Es muy importante lograr que la palabra «democracia», tal como empieza a ocurrir, acabe vacía y sin contenido, devorada por la carcoma de una corrupción que un partido irresponsable y sorprendentemente arrogante y prepotente, ceba, protege y trata de ocultar a diario.

  2. A Susana y su «corte de los milagros» trianera mas les vale ir buscando opciones laborales alternativas. Tardaran un mes, un semestre o un año, pero están fuera y deberían ser conscientes de que apostaron muy fuerte y perdieron.
    La Micaela, la Vero, el Heredia, el Mario Jiménez, el Juan Cornejo, el Jiménez Barrio, el Paco Reyes, el Miguel Ángel Vázquez y otros muchos, deberán ir actualizando su currículo y comenzar a hacerlo circular…… y deprisita

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