A Pablo y a Íñigo, el modelo Epi y Blas les iba viento en popa. Habían vuelto a conseguirlo. Todos los medios de comunicación han entrado de nuevo en tromba a analizar al milímetro las supuestas y probables divergencias que existen entre las dos caras visibles de Podemos. Pablo Iglesias –líder indiscutible por el momento de la formación morada– e Iñigo Errejón –número dos incuestionable al que muchos empujan a disputar supuestamente el liderazgo del partido– han vuelto a copar los focos mediáticos tras el manifiesto firmado por 300 cargos públicos de Podemos promoviendo un debate interno para llegar al congreso de Vistalegre II en febrero de 2017 en condiciones de igualdad ante la supuesta falta de democracia interna que impone el liderazgo de Iglesias.

Este modelo de dos líderes amigos que sacan sus trapos sucios en público e incluso hacen chanza de ello no es nuevo. Que se lo pregunten a Felipe González y a Alfonso Guerra, por ejemplo. A ellos les fue de maravilla durante un largo tiempo, incluso ya en el poder. Hasta que se acabó el amor. En Podemos este juego peligroso parece que está llegando a un callejón sin salida, y la inminencia del crucial congreso de febrero no deja margen ya para veleidades de amistades peligrosas.

Algo parece que se está torciendo en este buenrollismo ‘a lo Pimpinela’ que ambos han fomentado desde la creación misma de Podemos. Ya se lo advierte el propio Iglesias a Errejón en la carta abierta que ha publicado en 20minutos: “Me preocupa enormemente, Íñigo, que la militancia y los inscritos nos dejen de ver como compañeros”.

Incluso a través de un tuit, el líder de Podemos pone las condiciones del trabajo conjunto entre ambos, siempre sabiendo quién es el que manda en el barco. “Quiero un Podemos en el que tú, Íñigo Errejón, puedas trabajar a mi lado. Cuidemos el debate, compañero, hermano y amigo”, apunta en la red social.

Y hasta ahí, hasta ese peligroso momento en que los militantes creen atisbar un cisma de verdad, podría llegar la broma. Porque Errejón es tan popular más allá de Podemos, que incluso es aupado por medios de comunicación seriamente adversos al ideario de la formación morada, como es Prisa, y también visto como un valor en alza a resaltar y defender en contraposición a la rudeza y ortodoxia del modelo de Iglesias.

Porque ha sido Iglesias el dirigente de Podemos que más ha evidenciado públicamente bandazos difíciles de digerir por una ciudadanía claramente de izquierdas. En las fechas previas al 26-J, cosechó un escaso éxito su transmutación sorprendente en socialdemócrata de la noche a la mañana, convocatoria en la que un millón de potenciales votantes de izquierdas se quedaron en sus casas esperando mejor momento para ejercer su derecho a las urnas.

En la carta pública de Iglesias, el líder de la formación morada muestra también su preocupación por que “se banalicen” los debates internos a causa de las divergencias públicas entre sus dos principales caras visibles. “Pienso que en España está creciendo el espíritu constituyente de una mayoría trasversal que quiere cambios y que debemos alimentar ese espíritu desde la oposición social, no solo frente al Gobierno del PP y sus aliados, sino también frente a las élites que representan”, argumenta Iglesias.

En cuanto al principal punto de fricción con Errejón, Iglesias le responde que “es más sensato vincular cualquier lista a las ideas y al proyecto que defienden sus miembros”. Tanto esas ideas como los proyectos deben quedar plasmados, según el secretario general de Podemos, en documentos y que esos documentos deben convertirse en contratos con la militancia y los inscritos e inscritas. “Por eso me preocupa votar por separado los proyectos y las personas, pues creo que las personas no pueden desvincularse de sus ideas”, añade Iglesias.

Iglesias se enorgullece de ser para Errejón el candidato a seguir liderando Podemos, aunque mantengan “diferencias”. “Te aseguro que me voy a esforzar para lograr la mayor integración de todos los proyectos, pero no me puedes pedir que desvincule mi papel como secretario general de mis ideas”. O lo que es lo mismo: no acepta bajo ningún concepto el órdago lanzado este fin de semana para que Iglesias se someta a tener un debate previo a Vistalegre II sobre la estrategia política y el modelo organizativo para luego elegir a quienes deben llevarla a cabo, antes que votar a los cargos con los documentos “en un mismo paquete”, opción elegida por la cúpula de Podemos. Los errejonistas han optado sin éxito de momento por la primera posibilidad.

Iglesias reduce esta nueva crisis interna provocada por el manifiesto ‘Recuperar la ilusión: Manifiesto para ganar’, firmado por 300 cargos públicos de Podemos, entre ellos Errejón, al interés de determinados grupos editoriales para exagerar sin base alguna las diferencias entre ambos. “Me preocupa, Íñigo, el papel de árbitro que puedan jugar ciertos intereses editoriales en nuestros debates. Sabes como yo que la visión editorial que comparten casi todos es que el «moderado errejonismo» representa el mal menor frente al «radical pablismo» (los entrecomillados merecerían unas risas en nuestros chats)”, escribe Iglesias.

Definitivamente el modelo Epi y Blas ha muerto. Ahora las cartas ya están boca arriba y parece que el juego ha terminado.

3 COMENTARIOS

  1. Yo no veo aun partido sin inñigo errejon y un podemos sin pablo iglesias a si que llocreo que por el bien de los votantes y de la izquierda deberíais de entenderos y dejar las indiferencias 20 pensar en los cinco millones de votantes que emos puesto toda la confianza en vosotros , ya se que tengo muchas faltas de octografia pero creo que se me entiende

  2. Herrejon representa el agua del manantial, el sentir de las voces de las plazas de una forma tranquila, mientras que Iglesias representa lo mismo pero con ciertos tintes de izquierda unida, lo bueno sería el pensar si queremos seguir exigiendo de una forma educada o de una forma agresiva. A muchos de las plazas la política pura no nos suele convencer mucho, por eso, es importante contar con la forma de entender la política de estas personas reflexivas, aquellas que hacen falta para cambiar las cosas,….las que un día se plantaron en las plazas.
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  3. Màs de un millòn de personas que dejaron de votar a PODEMOS en las ultimas elecciones, te pueden decir que tipo de politica les gusta.¿Buenas palabritas mientras privatizan el pais entero? o ¿llamar a las cosas por su nombre?Yo desde luego me quedo con lo sengundo,ya està bièn de que hagan lo que quieran y nadie los trate como lo que son:Ladrones y vende patrias.

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