A Dios rogando y con 13tv malgastando nuestros impuestos

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Puede que lo que voy a contarles les suene lejano: teniendo en cuenta los índices de audiencia del canal de televisión al que voy a referirme es muy probable que, o bien no lo hayan visto nunca, o lo tengan relegado a uno de esos números que difícilmente pulsan con el mando a distancia. Le voy a contar cómo se dinamita el dinero público para financiar cadenas de televisión sectarias, radicales y nada amigas de la información objetiva y respetuosa con la audiencia.

Vaya por delante que quien firma este artículo es defensora de la laicidad de los estados, en la misma línea que las recientes declaraciones del máximo pontífice de la Iglesia Católica, el Papa Francisco. Y por lo tanto, defiendo que el culto religioso sea financiado por sus feligreses. Los impuestos deben gestionarse para el beneficio de toda la ciudadanía, sin discriminar ni beneficiar a nadie por cuestiones de creencia ni fe.

Dicho esto, haremos una retrospectiva que nos presente a la cadena de los obispos. En noviembre de 2010 nace Canal 13tv con un objetivo claro: ser una televisión que promulgue los valores humanistas cristianos. Comenzó su andadura firmando acuerdos con otros canales, y ya desde el inicio se mostraban optimistas, pues las alianzas se firmaban en algunos casos con objetivos puestos quince años por delante.

Según indicaban los promotores en la presentación de la cadena, Canal13 TV llegaba con intenciones claras: «este nuevo canal no busca la crispación política o la degradación moral de las personas. Propugnará y apoyará valores tradicionales como la familia, la dignidad y la honestidad”. Una programación, “para gente normal, cansada de ver la llamada telebasura en casi todas las cadenas”.

Leer esto ahora, después de haber visto alguna que otra vez la programación de la cadena provoca la carcajada.

Tampoco acertaron con su ubicación, ocupando unos locales en Boadilla que se situaban, según señalaba El Plural en el epicentro de la trama Gürtel.

La accionista principal de la cadena es la Conferencia Episcopal (dueña del 64,68%) y desde el año 2011 se sumaron el expresidente de Antena3, José María Mas Millet, y la sociedad Socuat (responsable de las pitonisas y adivinadores que pueden verse a altas horas de la madrugada en distintas cadenas). La inversión inicial fue de 20 millones de euros y una audiencia entre el 0.2 y el 0.7%. Después de seis años la audiencia no ha llegado a tener éxito pero los gastos se han duplicado llegando a costarle a la Iglesia Católica 40 millones de euros.

Pero, ¿de dónde obtiene la Iglesia Católica los fondos para invertir cuarenta millones de euros en una cadena de televisión que, además, da pérdidas? Por primera vez, recientemente el responsable de las finanzas episcopales y presidente del Grupo Cope, Fernando Giménez Barriocanal, ha admitido que la cantidad que la Iglesia recibe de los contribuyentes españoles – a través de la casilla de la declaración de la renta -, más de 250 millones de euros, se gestiona de manera totalmente libre por su parte, y que entre sus gastos figura, efectivamente, 13tv. La media de inversión anual es de 10 millones de euros, siendo conscientes dentro de las cúpulas eclesiásticas de que está suponiendo una sangría que algunos sectores consideran inmoral, teniendo en cuenta que la cadena no promueve los valores pretendidos, sino más bien, todo lo contrario.

Con la salida de Rouco Varela en 2014 la nueva dirección eclesiástica hizo especial hincapié en el necesario cambio de rumbo de la cadena televisiva, por considerar que sus contenidos eran parciales, crispantes, irrespetuosos y estaban muy lejos de la oferta que se quería plantear. Lejos de tener algún tipo de efecto, estas críticas han quedado para el recuerdo, viendo que desde 2014 la cadena ha aumentado su nivel de insultos, crispación y manipulación en muchos casos. En este sentido, durante la pasada semana la Conferencia Episcopal presentó un informe haciendo referencia a las citadas cuestiones, denunciando la deriva de la cadena, su sometimiento a las pautas más radicales del Partido Popular, la nefasta imagen que estaban dando muchos de sus programas y el daño que suponía, por ende, a la iglesia católica.

Cabría preguntarse cuántas cosas podrían hacer organizaciones como la que coordina el conocido Padre Ángel, «Mensajeros por la paz» con diez millones de euros; o con cinco; o con dos; o con uno. Organizaciones que sí se preocupan de quienes más lo necesitan, cumpliendo con los principios de la iglesia católica, desde el respeto y asumiendo un papel en la sociedad de ayuda y cooperación. Abrir las puertas de la Iglesia para que puedan dormir en ella personas sin techo; garantizar alimento para cientos de personas que necesitan ayuda. Trabajos como éste son respetados y reconocidos por cualquier persona que tenga un mínimo de humanidad como criterio, aunque no sea católico. No se extrañe la iglesia de la consideración que se tiene de ella cuando prefiere destinar dinero público a sufragar chiringuitos de personas de nula profesionalidad al servicio de sectores radicales de un partido político presuntamente corrupto.

Quienes marcan la X en la casilla de la Iglesia lo hacen seguramente, pensando en este tipo de obras humanitarias: las del Padre Ángel, las de sacerdotes como Pedro, implicados en cada desahucio que se produce en su barrio, en las monjas que regentan hospitales y en aquéllos misioneros que colaboran en países en vías de desarrollo económico. Sin duda, no tendrán en mente la idea de que con sus impuestos se están cubriendo los interesantes sueldos de presentadoras como Isabel Durán, que a pesar de referirse de manera continua a 13Tv como «telepatera» (lo que daría lugar a otro análisis por parte de la Conferencia Episcopal sobre la consideración de las pateras, la inmigración y el respeto a quienes más sufren), aún no ha explicado en concepto de qué ha recibido (presuntamente) más de 50.000 euros de las cuentas de El Corte Inglés, al igual que otros conocidos rostros que frecuentan sus tertulias.

No estaría mal que alguien les recordase, en su propio lenguaje para que lo entiendan, aquélla escena en la que Jesús echaba del templo a los mercaderes.

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