La ministra María Dolores de Cospedal echó ayer una lagrimita y pidió perdón a los familiares de los fallecidos en el accidente del Yak-42, un accidente que parece estaba cantado, algo que les importó un pimiento cuando montaron a los 62 trabajadores que murieron. Y no un pimiento, sino una plantación entera les importó el respeto a los muertos cuando amontonaron sus trozos en cajas a lo loco.
A mí lo de pedir perdón me importa poco o nada. La contrición no se dice, se demuestra.
La ministra de Defensa dijo ayer: “Han pasado muchos años y hay documentos que nunca se han pedido y hoy es muy difícil que podamos encontrarlos”.
Eso es mentira, una patraña pestilente.
Todo documento que ha existido en algún momento deja un rastro, y ese rastro puede seguirse. Lo sabe cualquier investigador. Lo único que hace falta es voluntad.
Un documento pasa por muchas manos. Búsquelas.
Un documento nace en algún lugar. Acuda allí.
Un documento lo leen muchos ojos. Pregúnteles.
Un documento deja huella en la memoria. Bucee.
La petición de perdón de la ministra Cospedal apesta. Porque es una representación teatral en la que se permitió incluso un leve temblor de barbilla. Y porque, si acto seguido adviertes a las víctimas que no les vas a ofrecer la verdad, se convierte inmediatamente en una nueva afrenta, y van…
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Cualquier víctima merece –y debe tenerlos– tres ejercicios: Verdad, Justicia y Reparación.
Si empezamos por hurtarles la verdad, ¿de qué narices vale tanto pedir perdón?
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Hoy, el periodista Santiago Aparicio y el dibujante y opinador gráfico Ben Brutalplanet han publicado una nota preguntándose: ¿Dónde está Rivera?
He pasado un buen rato identificando personajes en la ilustración. Qué gran retrato de esta España. Me ha recordado a algunos dibujantes que, allá por los primeros 80, también llenaban páginas con manifestantes, vagabundos, polis de porra en mano, políticos mangantes, atropellos, banqueros-chorizo… Qué poco ha cambiado esto. Si acaso, un retroceso lento, imparable, espeso, del que afortunadamente de vez en cuando nos podemos reír.
Me lo voy a enmarcar:
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Mañana seguirán mintiendo. Y nosotros seguiremos aquí.
Aparte de excretar por la boca que más sabes hacer.
Ya tienes al fascio por aquí, Cristina