Traición

La sangre le impedía ver. A tientas, palpaba las enormes columnas jónicas que bordeaban la estancia. Tenía dos heridas superficiales, una en el cuello y otra en la frente, pero sangraba abundantemente. Arrastraba la toga. Al pisarla, cayó redondo junto al pedestal de la estatua de Pompeyo. Infinidad de manos, que empuñaban dagas, acudían hacia él. Instintivamente, se echó sobre la cabeza la clámide púrpura que le cubría.

Mientras decenas de pinchazos le infringían tremendos dolores, repasaba a la velocidad de un rayo las imágenes más significativas de su vida. Pasaban con claridad los días en los que gastaba el dinero pedido prestado para alagar a sus votantes. Los días en los que Craso y Pompeyo le apoyaban ciegamente. Revivía escenas con Craso, Pompeyo, Longino, Trebonio, Brutus,… y los felices días del Triunvirato. Pero en Roma, la traición tan abundante como el agua, pasa página con tanta rapidez como una hoja que cae en un rápido del álveo.

Las manos van y vienen en su entorno. Las dagas, entran y salen de sus carnes. Julio Cesar empieza a sentir presión en el pecho. Le falta el aire. Abre la boca intentando recoger todo el de la estancia. La sangre le brota entre los dientes. Exhala.

Brutus, herido en la pierna, manos llenas de sangre y túnica salpicada de manchones bermellones, abandona el Senado convencido de que han salvado la República.

 


 

¡Manos arriba, esto es una estafa!

 

Confieso que fui uno de los millones de timados que, aquel octubre de 1982, obnubilado por la pana y un futuro de justicia social, no sólo di mi voto para que González ganara las elecciones, sino que festejé con champán la llegada del PSOE a la Moncloa. Para mí, el PSOE era el partido de Octavio Granados, compañero en mi primer año de instituto que se subía a las mesas, declamaba arengas, nos sacaba de clase y nos llevaba a la huelga y a correr delante de los grises. El PSOE era el partido de su padre Francisco, que regentaba la librería Granados, junto a la Estación de Autobuses y al que Franco encerraba en cuanto pensaba en pisar Burgos. Para un muchacho poco más que púbero de provincias, el PSOE era la expresión del socialismo, de la justicia social, de la libertad, de una nueva época en la que dejábamos atrás miedo y guardia civil y nos adentrábamos en un futuro social. Era lo que entonces nos vendía la televisión.

Pronto llegó el desengaño. Madrid no es Burgos. Aquí conocí otra verdad hasta entonces vedada. Eran los jóvenes de la LCR y del MCE los que me abrieron los ojos a esa otra realidad.

Después de fiasco de la OTAN, empecé a desconfiar de González. Cuanto más leía sobre su pasado, menos me cuadraban las cosas. El padre de Octavio acababa privado de libertad cada vez que Franco pisaba Burgos o cada vez que había “revuelo” (en Burgos ser rojo era más raro que encontrar una monja en el Kremlin y los revuelos eran altercados sin importancia). Sin embargo, y según escribían Fernando Jáuregui y Pedro Vega en El País el 10 de Octubre de 1982 (cuando El País era la Biblia de la izquierda y Cebrián se hacía pasar por un director ejemplar), Felipe González, nunca fue detenido durante el franquismo. Es más, dicen que su seudónimo, “Isidoro” se lo debe a su mujer por la bronca recibida de Llopis al preguntarle si Felipe era nombre de guerra y contestar él que no, que se llamaba Felipe González, a lo que Llopis, perplejo y muy cabreado, le interpela que cómo era posible que no utilizara nombre falso. Para salir al paso, Carmen Romero le dice “también le suelen llamar Isidoro”. Esta circunstancia, la de no usar nombre falso, unida a que, mientras el resto de socialistas que vivían dentro del franquismo salían a Francia cruzando la frontera ilegalmente, mientras éste lo hacía en coche y con pasaporte, me hicieron albergar sospechas sobre la procedencia de este individuo. Y más cuando hasta el propio Roberto Conesa, alias “el Orejas” policía franquista de la social, cuando se infiltraba, pasaba a Francia de manera de forma nada ortodoxa.

He leído muchas cosas sobre Isidoro. Desde que la CIA a través de Kissinger, y Willy Brandt, diseñaron una estrategia para que, a la muerte del dictador, España no acabara en manos del PCE, poniendo a Felipe al frente del PSOE en 1974, (CCOO era el sindicalismo que luchaba contra el franquismo y por los trabajadores y Marcelino Camacho estuvo más tiempo preso que en la calle. La oposición al franquismo era propiedad casi exclusiva de los comunistas.), hasta que fue el propio Carrero Blanco su mentor (ABC 1/12/14, entrevista a Manuel Fernández Monzón, General del Estado Mayor y espía).

Hay quién dice, además, que la famosa frase del discurso de Franco en la navidad de 1969 “todo está atado y bien atado” está ligada, no sólo al rey Juan Carlos, sino a Felipe González (aunque entonces no supiera quién sería el topo en el PSOE) y a que, quiénes siguen mandando son los hijos de los que vivieron la dictadura como ahora viven el postfranquismo y como antes del genocida eunuco, vivieron a Alfonso XII y a Alfonso XIII, campando a sus anchas, llenos de privilegios y llenando bolsillos con oscuros negocios.

La historia da y quita razones. Y la historia de González dice que ya rompió el PSOE en 1974, que era (es) un tipo ambicioso y de poco fiar (que se lo pregunten a Pablo Castellano), que con la excusa de que el tejido industrial de España era obsoleto e ineficaz, abrió la senda al liberalismo con la llamada reconversión industrial que cerró centeneras de empresas, muchas de ellas de la industria pesada, y llevó al paro a cuatro millones de españoles a los que se iba a recolocar, pero a los que se les acabó quitando hasta a sus hijos (teoría del auge de la heroína de los 80 en grandes ciudades industriales y con un tejido social rojo y republicano) y, de nuevo con otra excusa, la del paro prolongado, nos rebajó condiciones laborales y derechos pasivos.

Una senda liberal que se convirtió en camino ancho cuando se empezó a privatizar todas aquellas empresas públicas que eran rentables: Seat, ENASA, Telefónica, Endesa, Repsol, Caja Postal (Argentaria)…

Lo que ahora está pasando en el PSOE es por tanto el despertar de un coma etílico en el que primero empiezas a estar contento, luego pesaroso, más tarde con amnesia y finalmente acabas perdiendo el conocimiento y despertando con un enorme dolor de cabeza y la sensación de que te han engañado y que te han dado garrafón.

Como decía Beatriz Talegón, no es una lucha de bandos. Es una disputa de hienas (eso lo digo yo) que se pegan por lo que queda de un partido que sacó 202 diputados en 1982, prueba de la ilusión y de los primeros tragos de este vino malo que pensábamos que era un Vega Sicilia, y que, poco a poco y debido a sus políticas de favoritismo hacia las clases pudientes y de olvido hacia su electorado, ha ido perdiendo adeptos hasta la situación actual. Nos han engañado tantas veces, que ya no nos creemos nada. Yo volví a caer en la tentación con Zapatero. Me volví a creer lo del socialismo y la justicia social y acabé aborreciendo a un tipo mediocre que no sólo nos bajó los pantalones para que nos sodomizaran, sino que, además, y a pesar de haberle gustado, insiste en el paripé contra los sodomitas.

Además ahora la situación es bien distinta. Entonces, muchos votamos a de la ceja porque era él o este insufrible personaje que lo más productivo que ha hecho en su vida es leer el Marca. No había posibilidad de cambio con una vieja IU demasiado desgastada y por tanto era o un Zapatero salido de la nada, y como consecuencia desconocido e ilusionante, o un zascandil al que todo le ha venido regalado en la vida. Ahora hay otras opciones. Y entre medias ha sucedido el 15M con el que hemos abierto los ojos a una parte de esta sociedad inmovilista, egocéntrica y pasiva. Somos muchos los que no podremos jamás volver a confiar en el partido de la OTAN, los GAL, la cal viva, las reformas laborales (tres), las reformas de las pensiones (dos), el concordato, la apuesta por la educación privada con concierto del estado, por los desahucios, por las puertas giratorias, por los Consejos de Administración de empresas antes públicas y a las que se ha beneficiado descaradamente durante sus mandatos, la apuesta por los trajes chaqué, los yates de lujo y las fiestas de la Jet. Somos muchos los que no confiamos en las gentes que no tienen otro oficio que el de la política (como en la China maoísta o la URSS del politburó), el de haber pisado hasta a su propio padre para medrar dentro del partido y que no defienden sino sus propios intereses.

Las puñaladas traperas de estos días en el PSOE no son otra cosa que el primer estertor de la España franquista, representada en una “casta” llena de prebendas a la que le importa poco o nada la necesidad, el hambre, la injusticia social, los salarios de limosna o las condiciones de trabajo semi-esclavas que algunos de los ciudadanos de este país sufren y que soportan todos aquellos trabajadores que laboran para ciudadanos modélicos de occidente que viven de explotar mujeres y niños en Bangladesh, la India, Pakistán o Taiwán. Es la lucha por la supervivencia de un mundo que le lleva al presidente de Estados Unidos a intentar vetar una ley para prohibir que ciudadanos anónimos, familiares de las víctimas del 11S, lleven al juzgado a los sátrapas de Arabia Saudí.

Ahora cobra mayor visibilidad el Pacto PSOE-Podemos de enero de este año y que Sánchez Castejón dejó de lado por miedo a la ruptura del partido, (porque Susana Díaz amenazó con impedir su investidura como Presidente ya que sus diputados votarían en contra). Un pacto que Sánchez desechó para evitar una ruptura que, en cuanto el peligro de desalojar del gobierno a los cantamañanas que nos están masacrando, volvió al candelero, se ha hecho realidad. Sánchez no luchaba por la justicia social, sino por su propio bienestar. Nadie, salvo quizá Perez Tapias, ha sido capaz de entender que es inevitable cambiar de rumbo a un partido que se hunde por sus decisiones contrarias a su nombre, a los militantes, a la historia y a su fundador.

Sánchez ha perdido y todos perdemos. Rajoy seguirá siendo presidente y además con sus condiciones. El objetivo se ha cumplido. De paso, durante una semana se ha ocultado a los ciudadanos el juicio de Blesa y toda la carcunda de las Tarjetas Black y otro caso de corrupción que puede acabar con el presidente de Murcia en la cárcel.

Quién crea que esta “guerra” es buena para PODEMOS, es que no ha entendido nada y están en la coyuntura que González, Rajoy y el Ibex, quieren.

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Pasé tarde por la universidad. De niño, soñaba con ser escritor o periodista. Ahora, tal y como está la profesión periodística prefiero ser un cuentista y un alma libre. En mi juventud jugué a ser comunista en un partido encorsetado que me hizo huir demasiado pronto. Militante comprometido durante veinticinco años en CC.OO, acabé aborreciendo el servilismo, la incoherencia y los caprichos de los fondos de formación. Siempre he sido un militante de lo social, sin formación. Tengo el defecto de no casarme con nadie y de decir las cosas tal y como las siento. Y como nunca he tenido la tentación de creerme infalible, nunca doy información. Sólo opinión. Si me equivoco rectifico. Soy un autodidacta de la vida y un eterno aprendiz de casi todo.

2 COMENTARIOS

  1. Es del todo imposible no empatizar con el contenido de tu artículo. Al comienzo, me ha venido un título de película a la cabeza: «Tal como éramos». Me reconozco en todo el contenido, aunque he de confesar que mi caída del guindo fue algo más tardía. Definitiva, como la de tantos, a partir del 15 M. Después de tomar conciencia de la tomadura de pelo en la que hemos estado inmersos, y rebobinando hacia atrás en el tiempo, todo ha resultado un fiasco, una pantomima cuyo objetivo era y sigue siendo el mantenimiento del status quo de quienes secularmente manejan el cortijo nacional en beneficio exclusivo de sus intereses.
    Ayer, entre otras cosas que dijo Borrel en el programa de Wymoning, es que para la existencia de democracia es indispensable la existencia de una información real (sin trampas, mentiras o manipulación). Pues el relato de los acontecimientos, y por ende, la solución y la toma de decisiones correctas para los problemas de una sociedad depende de ello. Obvio.
    Muy bueno tu artículo, querido amigo.

  2. Pues si. Podría haberse llamado así o incluso el TOPO. Pero si este personaje es capaz de decir que Sánchez le mintió (como si él no lo hubiera hecho nunca y tuviera credibilidad), sin inmutarse, me decidí por lo de la estafa, porque todo lo que rodea a este tipo, a mi modo de ver , me resulta una gran estafa.
    En cuanto a Borrel, que no es santo de mi devoción por motivos personales, he de reconocer que ayer, estuvo bien.
    ¡No se porque en este país las cosas de Perogrullo tienen tanta importancia! Debe de ser porque la mentira y el cinismo (y la envidia) son los pecados nacionales.
    Gracias amigo. Siempre es un placer.

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